Cualquier persona que me conozca, o que pierda su tiempo en informarse sobre mí y mis actividades públicas tiene todo el derecho del mundo a considerar que me estoy saliendo del tiesto al poner en marcha este blog. Yo mismo he necesitado meses para convencerme de que, a pesar de que estoy embarcado en más proyectos de los que puedo sacar adelante, debería intentar hacerlo. Por lo tanto comprendo de antemano y acepto la sorpresa e incluso la suspicacia con que puedo encontrarme en las próximas semanas.
También es cierto, sin embargo, que a lo largo de toda mi trayectoria pública ha quedado en evidencia que soy una persona “inquieta”, “polémica” e incluso (esto lo digo yo) incómoda e impertinente. Es decir, el tipo de persona que antes o después se embarca en proyectos inadecuados. La inadecuación es mi mundo, y esta es una característica personal que se acentúa con los años: Como tengo poco que ganar, no tengo nada que perder, salvo el tiempo. Y el tiempo es lo poco auténticamente mío que me queda. (Aunque a estas alturas de mi vida, ya no me puede quedar mucho).
Dicho esto, tengo que añadir que el objeto de este blog no es en modo alguno un capricho o una ocurrencia sin más. Justo todo lo contrario. Desde los años noventa, me vi embarcado en diversos trabajos de indagación sobre la escritura en cualquiera de sus aspectos. Aparte de artículos, talleres y conferencias en los que fui mostrando el producto de mis esfuerzos, están también los libros Vanguardias y vanguardismos ante el siglo XXI (editado en 1998) y el ensayo Panfleto contra -o preferiblemente a favor- del arte, poesía y música del siglo XX. (Inédito).
Especialmente en este último, pude comprobar que la valoración que en el prólogo de La escritura en libertad. Antología internacional de poesía experimental (Madrid 1975) había hecho de la escritura era acertada. Es más: Se aplicaba a todos los aspectos de la cultura y de las sociedades post-modernas, lo mismo que al mundo de la estética de vanguardia.
A partir de ahí, una cosa llevó a la otra. Y como es habitual cuando se emprende un trabajo de indagación sobre un tema cualquiera, cada libro que estudiamos nos habla de otros libros que lo complementan o amplían, con secuencias más o menos amplias. De esta forma me fui introduciendo en cuestiones aparentemente alejadas de la idea más habitual de escritura. Me refiero a libros sobre sociología, psicología, biología…
En otras palabras: Me he visto inmerso en un mundo alejado de lo que hasta el comienzo de la década de los noventa había sido mi mundo natural: La poesía experimental. Aunque esta inmersión no ha significado el abandono, ni siquiera la disminución de mis trabajos con la escritura (más o menos experimental) visual, con lo sonoro, con la acción, e incluso con el video. Creo que tengo un problema de autoestima, y como no me gusta que me abandone nadie, procuro no abandonar nada de lo que emprendo, aunque eso no siempre signifique que a cada cosa le dedico un tiempo significativo.
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